María Paola Galeano está presa en la Unidad Penal 40 de Lomas de Zamora. Vio la serie “En el barro” junto a sus compañeras de encierro en el televisor de su celda, con la reja pintada de rosa, un equipo de música, un caloventor y un empapelado simil piedra. “Me gustó, es como la realidad, pero un poco alterada”, asegura desde su celular. “Cuando la empezamos a ver, pensamos en cada uno de los pabellones que existen y cuáles son los que más se parecen a estas realidades”, agrega.
Paola usa el celular y desafío algunas prohibiciones. Por ejemplo, tiene miles de seguidores en Instagram y Tik Tok. Formalmente, las redes sociales están prohibidas para los detenidos en la provincia de Buenos Aires. La mujer brindó una nota al sitio Infobae.
Encerrada en el ala femenina de la Unidad N°40 de Lomas de Zamora, Galeano comenzó a bailar hits del momento en pequeños videos un año atrás, en su pabellón color rosa, en el patio de la cárcel, junto a sus compañeras de encierro, con filtros en la cara, peinados, calzas adherentes y uñas casi perfectas, mientras se hace la planchita del pelo. Creó un hashtag, que parece una fina ironía: #barrioprivado. Hoy, Paola tiene 177 mil seguidores en Tik Tok, 123 mil en Facebook. “52 mil personas se conectaron para verme en un live”, asevera. “Hola reina”, la piropean sus fans, en su gran mayoría hombres.
Desde ya que sus seguidores la googlearon para conocer un poco más su historia. La pregunta más frecuente al respecto en el buscador es: “¿Por qué está presa?“.
En 2014, Galeano aceptó un juicio abreviado como partícipe necesaria de un homicidio en ocasión de robo en el Tribunal en lo Criminal Nº 5 del Departamento Judicial La Matanza, con una pena de trece años y cuatro meses de prisión que computó una condena previa, dictada tres años antes. La víctima fue identificada como Carlos Alberto Gauna; un grupo de hampones lo mató en 2013 mientras intentaban robarle la camioneta. Galeano, aseguran fuentes del caso, habría sido clave para señalarlo. En 2016, su defensora oficial presentó un recurso ante la Suprema Corte bonaerense, que fue rechazado.
Paola recuerda bien el nombre de su víctima, pero no habla mucho del expediente. “Mi participación fue necesaria para el hecho, dice el juez. Había tres personas más conmigo, que no fueron aprehendidos. A mí me agarraron un año después”, recuerda. A esos cómplices, Paola jamás los entregó.
Paola, tal vez, sabe que la familia del hombre al que ayudó a que lo maten podría estar mirando sus bailecitos. En su cabeza, encontró una justificación. También, encontró un negocio.
“Después de estar tantos años acá adentro, sin posibilidad de poder disfrutar un poco de la vida en sociedad, encontré en las plataformas digitales mi salida, mi libertad a través de una pantalla. Es una comunidad grande y me ayudo a comprender la vida de otra manera”, argumenta.
En cuanto a lo que recibe por su material en redes, agrega: “Me dan canjes y me ofrecen trabajo, me hablan para publicidad, para casinos, más que nada.
“Es la forma en la que gano dinero legalmente, sin dañar a terceros, hace 11 años y 3 meses que estoy detenida, hice todo bien durante mi condena para poder irme con un beneficio y no me lo dieron por los cambios legales en 2017. Ya aprendí. ¿Qué voy a hacer? ¿Voy a andar robándole a la gente con las tarjetas como hace todo el mundo en los penales? Mi familia viene cada cuatro meses, trabajan todos, tengo que mantenerme sola”, sostiene Paola, para explicar su emprendimiento.
La tendencia de los videos de presos bonaerenses cambió con la pandemia. Las escenas de motines bestiales en el pico del encierro del coronavirus dieron paso a monólogos confesionales con sabiduría del hampa, tutoriales de supervivencia y escenas casi idílicas como las que muestra Paola: coreografías y festejos del Día del Niño en penales perfectamente limpios donde no se ven el hacinamiento de la sobrepoblación, las ollas de guiso y la violencia. En Instagram, la cuenta Vida de Presos tiene 223 mil seguidores, con escenas similares a las de Paola y otras más tenebrosas, enfrentamientos con facas y mantas en el antebrazo, detenidos que se combaten como toreros.
“Yo apunto siempre a la reinserción. Si la cárcel se usara no para castigar y sí para reinsertar positivamente, sería muchísimo mejor, que no sean criaderos de parásitos. A nosotros nos están dejando acá, nos están pagando la luz, el agua, el gas, nos están dando de comer, nos están dando salud. Salimos a una sociedad siendo unos parásitos. Entonces, después, ¿qué nos pasa? Volvemos de vuelta acá adentro. Lo mejor sería que el sistema carcelario cambie y que dé oportunidades de trabajo y de educación, para crear hábitos positivos, no solo reprimir“, asevera.
En un año, el Tik Tok de Galeano se terminará, al menos tras las rejas. Su condena se dará por cumplida. Espera que este reportaje no la perjudique.